Zacarías González

Salamanca, 1923 – 2003.

      Estudia Bellas Artes en San Fernando y Santa Isabel de Hungría y es profesor en la Escuela Normal de Magisterio de su ciudad. Celebrará pocas exposiciones. En las emblemáticas Bucholz, Fernando Fe y Clan de Madrid de los años cincuenta. En Altex de Madrid, Artis en Salamanca y con la Galería Arboreda desde 1981. También participa en la Bienal Hispanoamericana en Cuba, Lausana y Roma.

     Obtiene el Primer Premio Biosca en 1960, la Medalla de Oro de la Ciudad de Salamanca en 1986 y participa con varios trabajos en la Exposición Las Edades del Hombre celebrada en Salamanca en 1993. Su obra está representada en el Museo Abstracto de Cuenca, el de Arte Contemporáneo de Toledo y en la Fundación Caja Duero. En 2006 abre sus puertas la Casa Museo Zacarías González en Salamanca patrocinada por la Fundación Caja Duero.

      En sus primeros años se acerca a los pintores de la Escuela de Madrid. Admira a Vázquez Díaz, Gutiérrez Solana, Palazuelo, Zabaleta y también a los jóvenes con los que compartirá inquietudes entre los que recuerda a Lago, Lara y Valdivieso. Por otro lado, absorbe con gran interés el informalismo de los cincuenta que desembocará en su periodo abstracto, desarrollado entre 1955 y 1965. A partir de entonces retoma la figuración.

       Multitud de referencias simbólicas aparecen en su obra, reflejo de un espíritu culto y conocedor del arte universal. Pasan por sus cuadros el mundo de Grecia y Roma, el orden del Renacimiento, la composición barroca, los flamencos, el cubismo, la abstracción. Aún a riesgo de que todo se confunda sin sentido, Zacarías González demuestra habilidad suficiente para ir dejando en sus cuadros, con orden y lógica, muestras de su fundamento artístico. Poseedor de una gran técnica, es a la vez virtuoso en el dibujo, disciplina que siempre considerará aparte. Ávido lector, persona de gran cultura dejó escritos numerosos pensamientos de no poca enjundia sobre arte entre los que destacamos algunos:

      «El dibujo es como un señor de cierta edad, muy serio, muy digno, al que hay que respetar; aunque a veces se le caiga alguna pedantería. Con la pintura no pasa esto. Es como una chica que tenga hasta su poco de fama dudosa. Es decir que con el dibujo no se puede jugar y con la pintura sí».

      «Si Van Gogh es la pasión, Cézanne es la razón. Imposible unir la pasión y la razón. En pintura una destruye a la otra, y sea quien sea la que tome la iniciativa».

      «Lo de las constantes históricas es muy cierto; pero lo mismo podría hablarse de inconstantes históricas. Y éstas ¿no serán al fin constantes? ¿Y no se podría hablar de la constancia de lo inconstante?».

      «Renoir decía: Te acercas a la Naturaleza y en un momento ella echa por tierra tus teorías. Remedio: no acercarse a la Naturaleza. Remedio condicionado: de acercarse a ella, no llevar teorías».

 

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