Bilbao, 1938.
Estudia en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. Comienza a mostrar su trabajo en 1960 y desde entonces ha realizado incontables exposiciones por toda España. En las galerías Altex y Frontera de Madrid, Sur de Santander, Tavira de Bilbao y en diferentes ciudades españolas. Su obra está representada en numerosas colecciones privadas. Colabora con Arboreda desde 1983.
Hasta los años ochenta la pintura de Luzuriaga se ciñe al dibujo y construye formas de una cierta simplicidad. Son características sus arquitecturas diáfanas, apiñadas formando pueblos pesqueros de una soledad blanquecina. Es una etapa en la que el neocubismo de Vázquez Díaz está presente aunque una atmósfera de niebla y calma matiza esta linealidad logrando que las formas floten sin apariencia de solidez.
Poco a poco su pintura se hace más imprecisa y el color se superpone al dibujo en capas más gruesas, de mayor calado plástico. Su paleta se enriquece con rojos, verdes, azules, si bien el gris y el blanco siempre están presentes. En sus composiciones, los objetos pierden evidencia hasta sugerir impulsos vagos que construyen masas de puro cromatismo. Su pericia como dibujante subyace en justa medida y nunca deja escapar del todo la forma. De hecho, Luzuriaga ha mantenido siempre fidelidad absoluta a la disciplina del dibujo, estudiada de manera paralela al óleo en multitud de lápices y pasteles que han sido expuestos en más de una ocasión como un conjunto autónomo.
Especial atención merecen los motivos de mar. Puertos industriales despojados de su dureza a base de luces cambiantes y tonos cálidos, y playas, muchas de ellas realizadas en Galicia, en las que el gesto construye con precisión mar y arena velados con suavidad por una rica gama de grises.