Javier Cabo

 Santiago de Compostela, 1960.

     Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid. Doctor en Historia del Arte Moderno y Contemporáneo por la Universidad de Santiago de Compostela. Presenta su obra en la Galería Arboreda en 1987 y es ahora uno de sus referentes más sólidos.

La obra de Javier Cabo ha estado marcada por las corrientes renovadoras de comienzos del siglo XX. Cubismo, futurismo italiano o surrealismo han dejado poso en su pintura que ha ido evolucionando con firmeza dentro de estos cauces. Ha concebido su trabajo como el de un artista comprometido con la reflexión y el pensamiento, cuestión que se demuestra en su afán por el estudio riguroso de la forma y la tendencia al análisis de estructuras. Las calidades plásticas son más que manifiestas: volúmenes creados con espátula, lijados e incisiones se equilibran con suaves transparencias en blancos y azules que proporcionan luces sorprendentes en un conjunto fuertemente contrastado. Figuras construidas a partir de planos, pesadas en su hieratismo, casi escultóricas, recuerdan las monumentalidades del mejor muralismo y parecen rescatadas de un pasado remoto.

Entresacamos algunos de sus pensamientos que demuestran certeras opiniones sobre el arte y el oficio del pintor:

«En arte, mejor menor que mediano».

«El oficio es opaco, el virtuosismo deslumbrante, la maestría transparente».

«El artista debería ser un componente más del taller. Y basta dejar sola una obra por un temporada – los cuadros duermen contra la pared – para comprender que no siempre es la más importante. Resulta sobrecogedor ver posarse un cuadro sobre la inacción del pintor».

«Uno de los méritos inatacables de Leonardo es ser el primer artista que llamase la atención de sus contemporáneos por la cantidad de tiempo, insólita para el ignorante, que dedicaba, ante el cuadro, a no pintar».

«Para comprender plenamente a un artista, hay que imaginarse una obra suya inexistente».

«A un experto no deberíamos pedirle atribuciones anticuarias, sino interpolaciones proféticas. De este modo no sólo estudiaría la producción de un autor, sino que la ampliaría».

«Prueba de óptimo gusto: elegir como favorito a un artista menor».

«Si el tema no posee resonancia plástica, no es tal, sino mero pretexto, y el cuadro, en el mejor de los casos, un telón de fondo cercano a sus comienzos, quizá por la fidelidad que siempre le querrá demostrar».

 

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